Delirio de una noche

¿Y la batalla de nuestros cuerpos será un pecado?, sera un error?...será una licencia no permitida?....
¿será la guerra de nuestros besos un doble triunfo o una doble derrota?...será que luego de la calma vuelve nuevamente la tempestad?...
Quiero creer que no, quiero vivir la mentira si eso fuera verdad; ¿pero alargar la mentira, no es lo mismo que alargar la posterior agonía??. ¿Que será mejor...una placentera mentira o una triste verdad?. ¿Será posible escoger finalmente?.

Hedonismo danzante entre el mar de sudor que se desata ante la cercanía de dos chispas que al sentirse cerca provocan el holocausto de fuego. Fuego que ilumina y quema a la vez, destruye, construye, destruye. Pero el alma no solo se alimenta de fuego, de calor; el alma pide candor, ternura, amor. No es el sudor el licor que alimenta el alma, sino el sabor de la miel del cariño, la miel de la entrega, del amor...el alma se alimenta de la miel dulce y suave que saborea en tus besos.
No es solo el fuego, sino el alma quien recorre tu cuerpo como un mapa, tratando de encontrar el punto de entrada hacia tu escencia. Quiere aprender la geografía de tí, quiere comprender las cumbres y depresiones de tu ser, pero no quiere solo un cuerpo, un trozo de materia, quiere encontrar ese punto etéreo y a la vez tangible de tí, tu alma. Abrazarla, sentirla cerca de alguna forma. La escencia busca y clama por la escencia.
Palabras e ideas se confunden entre sí, y luego ya solo existe el silencio, el mas puro silencio...y luego...la música, si, la música, el universo se vuelve melodía. Todo se vuelve una sola cosa. Alimento mi espíritu de algo superior, quiero atarme a aquella sensación, quiero que perdure en el espacio infinito de la existencia. Pero es algo volátil, requiere moverse, migra, busca constantemente otros lugares del espacio...se desvanece en el tiempo cual perfume. Pero queda el recuerdo, queda la escencia de lo que alguna vez fue, solo se puede abrazar aquello. Por que sé que, aunque sea en un segundo de vida, aquel alimento supremo, aquella ambrosía, existió, fue real, no fue una mentira. Una verdad que se desvaneció, pero que a final de cuentas existió.

No solo danza hedonismo y deseo, no solo aquello. En algún momento percibo que un latido implica más que el propio sonido de sí. En algún momento descubro que no ronda solo aquello, sino que ronda la fantasía de algo supremo, casi celestial. Algo más puro que la pureza, sin palabras expresables. En algún momento fantaseo que el mundo tiene más significado del que se ve, en algún momento el corazón sueña con ese mundo alterno donde la verdad es dulce, donde no hacen falta las dudas, donde no existen las inseguridades, donde ya nada se viste de negro, y donde el miedo ni siquiera existe como pensamiento; donde no existe el tiempo porque éste es algo infinito. Fantaseo con ese mundo alterno donde soñar no es iluso, donde el imposible no existe y donde el sabor a miel de tus besos ya no es solo una idea, sino algo concreto, cierto y tangible.